La temporada 2021-2022 estuvo marcada por problemas que complicaron la solvencia económica de los pequeños y medianos productores.
El aumento de la inflación incrementó los precios de los suministros para el cultivo del arándano, disminuyendo su rentabilidad. Este efecto se exacerbó con el inicio del conflicto en Ucrania y su efecto en la escasez de fertilizantes nitrogenados, cuyas materias primas provienen en su mayoría de Rusia y Bielorussia, países sancionados económicamente por iniciar la guerra.
A esto se suma los retrasos en los envíos marítimos, que implicó la pérdida de calidad y valor de los frutos, y para quienes podían costearlo, la inversión en tecnologías de postcosecha.
La pasada temporada post pandemia aceleró cambios en la industria que afectaron la producción de industrias consolidadas mientras que otras, como México y Marruecos, se beneficiaban del escenario por sus ventajas competitivas.
Rendimiento de los cultivos de arándanos
Los datos informados por el último reporte de la Organización Internacional de Arándanos (IBO), muestran que industrias emergentes en el rubro pudieron destacar en este ranking por la tendencia al recambio varietal.
El retraso de los envíos marítimos aceleró el cambio hacia variedades con cualidades más valoradas por los minoristas y el consumidor: el sabor, el crunchy y el calibre. Estas ayudan a aumentar el precio del producto final, lo que junto al incremento del rendimiento – y para muchos de los casos una mayor vida postcosecha – disminuyen o mitigan el riesgo de la pérdida de utilidades por los problemas logísticos.